Una mujer y una guitarra, ¿Cuál es la diferencia? Sus suaves y sensuales curvas que quitan el sentido, su fino cuello de cuerdas tensadas en sublime medida, su color anaranjado y rosado como el de un melocotón, ¿hablo de guitarras? En su estuche, su vestido, ¡cuántas lágrimas de emoción y llanto brotaron por ti, majestuoso ser! El músico ansía tomarte en sus brazos y sentirte mas, ¿es ese privilegio algo a lo que todos pueden optar? No...tu magia es algo misterioso y sobrecogedor a lo que muchos aspiran...y pocos alcanzan. Una mujer juguetea caprichosamente con todos esos corazones que se perdieron en una mirada...y nunca se encontraron.
No es propio de un caballero quedarse sólo en el aspecto, la magia, la verdadera belleza se halla oculta, como un arrecife de coral repleto de colores se oculta bajo la mar. Esas cuerdas buscan unas manos que las hagan brillar, que les den un poco de guerra, un poco de fuerza en esos dedos para desatar una tormenta que sobrecoja corazones y muestre toda esa armonía que esconde en cada nota, ¡qué sublime belleza se oculta tras esas cuerdas y esa madera, tras unos ojos y una sonrisa! Y es que la música, así como lo que una mujer esconde a la simple vista, no puede tener precio ni dueño, es algo inefable, algo que sin duda Dante quiso reflejar en su amada Beatrice en su Comedia; el lenguaje de la música puede expresar lo más sobrehumano. Pero no todo es guerra, la guitarra busca y merece unas manos que la traten dulcemente, unos brazos que la tomen con cariño y respeto, que la amen más que a la propia vida y valoren como la pieza única que es. Y es que cuando la mujer o la guitarra hallan las manos adecuadas, la magia fluye y maravilla a todo aquel con el privilegio de presenciarlo, la melodía de la sonrisa de una mujer, la vida de las notas de una guitarra. Igual que hay melodías que, al meterte en la cama, alargan la vigilia, hay mujeres que arrebatan el sueño y la razón al hombre más frío y duro, bien sé eso. ¿Qué puede decir un hombre como hay muchos de la obra más bella de la creación? Tanta complejidad, tanta perfección, ¡tal embrujo! Y es que guitarras y mujeres hay que enamoran, que hasta la más maltratada por el tiempo guarda en sí magia para maravillar a un hombre que se precie.
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