sábado, 9 de marzo de 2013

El ser humano no muere, deja una huella, un recuerdo, aunque breve o insignificante. Ocupa un lugar en la vida, y ese lugar queda ahí. Por ello, una vez que nacemos estamos destinados a existir para siempre, lo único que hacemos es dejar de existir de forma material. No es necesario nada más, somos contingentes pero estamos destinados a ser inmortales.
Esa inmortalidad nos la da la función que desempeñamos en la vida, por muy pequeña que sea. Puedes ser un héroe o simplemente aquella persona que vivía en el tercer piso que nunca conocimos pero esa función impide que nuestra esencia deje de existir.

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