Quisiera saber yo, amada mía
¿Cómo puede la luna extrañar al sol?
Cómo pueden ser opuestos la noche y el día
si entre ellos se respira amor?
Cómo tan distintos y lejanos pueden ser nuestros mundos
y tan dulce locura despertarse en lo más profundo de mi ser.
Me estoy asomando a aquel familiar y oscuro abismo
y sin embargo para nada temo caer.
Y me ves aquí, un desamparado hombre con mucho y poco que perder,
sentado sobre esta silla
escribiendo con la razón perdida
convenciéndose a sí mismo de que tan sólo puede vencer.
Me hallo aquí sentado, con el corazón en la mano,
un hombre que ya no sabe a dónde va,
un hombre que sólo se pregunta qué fue un día
y que si marchará de este abismo y al fin volará.
Despeinado me verás, amada mía,
un soldado que raídos aunque estoicos pendones carga.
Muchos te dirán que en mí no hay sabiduría,
por no creer que en el amar haya al fin vivencia amarga.
Mas el amor no puede traer pena,
pues lo bueno a uno no lo puede dañar
¿Qué importa si al caer me hago mierda
si por un instante nos hemos podido amar?
Un solo beso te pido, niña,
para que mi corazón y mi ser hagas temblar.
Quiero mirarte a los ojos, querida,
y en su azul poder navegar.
Soy un marinero que se enfrenta
con sus dos cojones y un crucifijo a esta brava mar,
un hombre que adora su vida,
pero que a dejarla está dispuesto al amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario